Dra. Rosaura Rojas Monedero
Como colombiana e investigadora, me siento profundamente honrada de ser mujer y de las oportunidades que México mi segundo hogar me ha brindado. En este país, logré formarme como Doctora y pertenecer al Sistema Nacional de Investigadores es un privilegio que valoro enormemente. Sin embargo, es lamentable observar que la representación de las mujeres en el ámbito de la investigación y el desarrollo ha sido históricamente desproporcionada. Según datos de la UNAM, solo el 28 por ciento de los investigadores en el mundo son mujeres. Esta disparidad persiste en todas las regiones del globo, reflejando un desafío significativo en la equidad de género dentro de los campos científicos y tecnológicos.
Académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han señalado este desequilibrio como un obstáculo fundamental para el progreso científico y social. Aunque la participación de las mujeres en la investigación ha aumentado gradualmente en las últimas décadas, todavía enfrentan barreras sistémicas que dificultan su plena integración y reconocimiento en estos campos.
La subrepresentación de las mujeres en la investigación y el desarrollo puede atribuirse a una variedad de factores, que incluyen prejuicios de género arraigados, desigualdades en el acceso a la educación y recursos, así como normas culturales y estructuras institucionales que perpetúan la discriminación y la desigualdad.
Sin embargo, los académicos de la UNAM enfatizan que el cambio es inevitable y que se están produciendo avances significativos hacia la igualdad de género en la investigación. A medida que la conciencia sobre esta cuestión crece y se implementan políticas y programas destinados a promover la inclusión de las mujeres en la ciencia y la tecnología, se vislumbra un futuro en el que el equilibrio de género sea una realidad.
Es fundamental que se continúen desarrollando iniciativas para abordar las barreras que enfrentan las mujeres en la investigación, desde la creación de entornos inclusivos y apoyo institucional hasta la promoción de modelos a seguir y el fomento de vocaciones científicas desde edades tempranas.
En última instancia, la plena participación de las mujeres en la investigación y el desarrollo no solo promueve la igualdad de oportunidades, sino que también enriquece la diversidad de perspectivas y enfoques en la generación de conocimiento y la innovación. Es un desafío y una responsabilidad colectiva garantizar que todas las voces, independientemente del género, tengan la oportunidad de contribuir al avance de la ciencia y la tecnología en beneficio de toda la humanidad.
Fuente: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2019_092.html