Dra. Rosaura Rojas Monedero
En el contexto de esta semana, es oportuno reflexionar sobre una palabra que resuena con fuerza en estos días: el amor. Para comprender su alcance, podemos comenzar por contemplarlo como el firmamento de la existencia, una constelación resplandeciente que une los corazones y entrelaza los destinos. Más allá de ser simplemente el romance que palpita en los suspiros enamorados, el amor se revela como un latido vital que nutre nuestras almas y otorga significado a nuestra travesía terrenal.
El amor se despliega en mil formas, cualidades y matices, tejiendo su red de ternura y compasión a través de los hilos invisibles que unen a la humanidad. Es el abrazo cálido de un amigo en los momentos de tribulación, la sonrisa cómplice que comparte secretos, la mano extendida que levanta al caído.
Es el solícito cuidado de una madre que mece en sus brazos el sueño de su hijo, el lazo indestructible entre hermanos que comparten risas y lágrimas, el brillo de admiración en los ojos del mentor que guía con sabiduría.
El amor es la melodía que vibra en los acordes de una canción compartida, el aroma familiar que evoca recuerdos entrañables, la danza etérea de almas gemelas que se reconocen en la vastedad del universo.
En cada acto de bondad, en cada gesto de generosidad, el amor se manifiesta como la fuerza vital que impulsa el altruismo y la empatía, trascendiendo las barreras del tiempo y del espacio.
En la intrincada maraña de nuestras vidas, el amor es el hilo de Ariadna que nos guía a través del laberinto de nuestras emociones, iluminando el camino con la luz inextinguible del afecto y la solidaridad.
En el día de San Valentín, celebremos no solo el amor romántico, pues algunos de nosotros quizás no contemos con alguien específico en nuestra vida para celebrarlo. Más bien, honremos la amplia red de conexiones que nos sostiene como seres humanos. Abracemos la diversidad de expresiones del amor y reconozcamos su poder transformador en el camino de nuestra evolución.
Que el amor, en todas sus formas y manifestaciones, sea el faro que guíe nuestros pasos y encienda la llama de la esperanza en el horizonte de nuestras vidas. Porque en el amor, verdaderamente, encontramos el vínculo que nos une como hijos e hijas de un mismo universo, en esta maravillosa danza de la existencia.
2 respuestas
Dra, excelente reflexión!
Totalmente de acuerdo.
El amor se celebra todos los días en nuestros actos cotidianos. Sin amor es imposible concebir la vida. Amarse a uno mismo conlleva amar a nuestros semejantes.